Hace algunos años, Gabriel Marní exploraba la abstracción, las texturas y el lenguaje de la mancha expresiva. Sin embargo, de un tiempo para acá, la figuración no obvia ni literal ocupa nuevos espacios en sus proyectos y búsquedas, y sobre todo en esta ocasión en la cual la imagen informalista, aún desdibujada, explora la estética del erotismo y la genitalidad, mucho más explícita.

  En la exposición de Marní, titulada "Carne humana", el espectador puede entregarse a una indudable antropofagia visual en el despliegue de anatomía de libre trazo, reforzado sin embargo con un entorno protagonizado por la mancha y el tratamiento de la superficie con texturas, manchas, pinceladas rápidas y otros recursos que le son familiares en trabajos precedentes de su experiencia con la abstracción.

  Aunque el erotismo es uno de los tópicos que han firmado pacto con la eternidad en toda manifestación artística, incluyendo la visual, baste citar algunos referentes en los últimos 30 años, entre los que se puede destacar el trabajo de los pintores estadounidenses quienes en los años ochenta tomaron el erotismo y el sexo "a la vista" como su leitmotiv. Entre ellos, por ejemplo, se encuentran Eric Fischl y David Salle, de Nueva York y Oklahoma, respectivamente. Mientras Fischl propone una figuración más cercana a lo tradicional, David Salle experimenta -y destaca- precisamente con los dibujos eróticos. Calificados entonces por Klaus Honnef como "atrayentes y repulsivos" a un tiempo, sus pinturas-dibujos entretejen en su lenguaje interno compositivo un encuentro de formas con las que, según el autor, jamás procura "una armonía placentera y sí, por el contrario, "el choque de objetos superpuestos".

Como en Salle, en la obra de Marní es protagónico el dibujo como recurso fundamental, aunque en el caso de Marní converge con éste un soterrado escenario de goteos, semitonos de la misma controlada gama de la capa superior, aparentes esgrafiados y drippings, donde la coloración rojiza, gris, negra y voluntariamente "ensuciada" se raspa, se raya, y se mancha y gotea sobre las superficies.

Sin embargo, este polisémico entretejido no extrae en lo absoluto la intensidad del contenido de la colección instalada en la sala 8-bis. Por si quedara alguna duda, es puntual y preciso el comentario de Gerardo Martínez en la hoja de sala de Marní, de quien dice que: "enfatiza la monumentalidad social que cimienta el sexo y lo manipula con una técnica que nos recuerda, y dimensiona en plano, al Rakú japonés, donde el ente "arte" se quema en diferentes momentos, desiguales fuegos, para luego de un solo golpe fragmentar los óxidos con un baño de agua helada que le da la ansiada textura".

Así, el sexo expuesto, genital y profundamente humano y carnal (parafraseando al título de la muestra) vuelve a revalidar su desempeño protagónico, esencial y motor de la existencia terrenal. como para citar a Octavio Paz en "Cuerpo a la vista":

"Entre tus piernas hay un pozo de agua dormida /bahía donde el mar de noche se aquieta, negro caballo de espuma [.] sonrientes labios entreabiertos y atroces,/ nupcias de la luz y la sombra, de lo visible y lo invisible/(allí espera la carne su resurrección y el día de la vida perdurable).- 
María Teresa Mézquita Méndez.




Nota tomada de el Diario de Yuctán, Edición electrónica, Publicación del 13 de febrero de 2012

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